Grafemas

Notas surrealistas de un corazón roto en apartamentos contiguos



Su violín sonaba con estridencia, cada vez en desequilibrios más marcados, creciendo en presión sonora para sus oídos y los de aquellos que quizás la oían en apartamentos contiguos. Tocaba para si con todo el amor que se tenía y que le negaba a su ya no amante.

Se rascó con la pluma la cabeza y se preguntaba que más plasmar con aquella tinta-sangre para demostrarle que la amaba. Luego miró al techo y se relajó entregando su mente a ella.

Levantaba con delicadeza su vestido para descubrir en su abdomen la única marca que aún conservaba de aquel violento momento de amor.

De la nada que es el centro de su ser, ese corazón vació, sin odio ni amor, no podía en la oscuridad de su lúgubre cuarto pasar otra cosa que el obvio producto de sí misma: Nada.

Nunca tomo una pala, ni una sartén por el mango, no, nada de eso y sin embargo ya se haya en su cúspide de… y que no sabe nada.  Las lágrimas no son de niña aflicción de un alma que se angustie por su existencia, ni nada realmente relevante. ¡Es tan cabeza hueca!

La desnudez de su alma la cubría ligeramente su ropa interior y dudando la ventana a su espalda rebelaba el cielo. ¿Por qué no tirarse arriba y caer al cielo?, pues allí en su miseria, su bellísimo ser no era nada.

Han pasado varios minutos, bastantes, ella no sabe cuántos, quizás horas y sentada en su cama mira el reloj que da vueltas incontrolables y le asemeja su cabeza, no sabe todavía porque no ha muerto.

1 comentario:

  1. La imagen de tirarse hacia el cielo es algo que ya habías pensado hace tiempo. ¡Lo recuerdo!

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