Purga


Hoy boté todas las notas de bendiciones y buenos propósitos que me dió mi familia para el “nuevo hogar” que nunca fue.

Te escribo porque quiero compartir mis claridades hechas palabras para limarlas un poco, porque los recuerdos dolorosos resultan cuando al recoger con ternura las sonrisas que veo entre los fragmentos del cristal de nuestra memoria me corto los dedos con los bordes filosos que inician o terminan tal recuerdo. Los bordes de esas cosas que no nombramos quedaron allí y trato de tomarlas, depurarlas.

Sigo escribiendo hasta que comparta todo ese dolor, el que has logrado ver de a poco, en partes, el que te he compartido fragmentado entre ratos de llantos tuyo y míos, creo que seguiré escribiendo hasta que sepas que tan difícil fue amarte y en proporción a ello cuanto te amé, tanto, que nos hirió.  Estoy entendiendo como mi paciencia nos fue tan dañina esa que se hacía fuerte con la excusa del amor, para soportar esperando la ilusión de la versión madura, tranquila y adulta de la novia que fue.  Pero esa ilusión también fue mi propio invento y tortura.

Yo me atreví a soñar que serías la mejor esposa, le aposte a una buena esposa, inverti para una buena esposa, espere por una ESPOSA, y esperé...  Tu me dejaste soñar, pero me cuesta creer que no tuvieras la certeza de que me dejabas sólo soñar, creer en vano.  Conociéndome mejor que nadie, sabiendo lo que quería (no solo por comparti a mi lado sino que llegamos muchas veces al punto de hacerlo explícito), podrías calcular y saber si podrías, si querías o al menos si intentaría llenar aquel roll para mi, conmigo.  Te ofrezco disculpas si estas palabra te hieren y menosprecian tu esfuerzo, por procurar ser mi esposa, si de verdad no entendiste que quería, si después de comunicarnos de mil formas no sabías qué quería.  Si tras cientos de conversaciones de cafetería en FRENDS no entendiste lo que satíricamente ilustran allí, lo que en general mínimamente se espera de una relación, de una pareja.  Te ofrezco sinceras disculpas si realmente nunca entendiste que en mi vida llegué a concebir una relación de pareja donde  en general un ESPOSO o ESPOSA espera que al menos con cierta frecuencia su pareja se procure la mejor versión de sí para el otro y por supuesto para sí, dándole alas a lo que que fueron sueños de novios (no te pedía que para ti lo fuera así, sólo que entendieras y fueras honesta al decirme que no llenarías el puestos  a milado).  Si de verdad no eras consciente de esto y no me mantuviste a tu lado (porque sabías que allí quería estar)  aun sabiendo que, mientra decías que yo llenaba tu roll, tu no llenabas el mío y no lo harías, si fuiste la mejor versión de ti para la persona que estaba a tu lado dando su mejor frente, te ofrezco disculpas, por la ceguera al ignorar tus más´grande esfuerzo y/o no dejarte claros los estándares (cosa que sabemos se intentó), pero no me bastó.   Más no me disculpo por mis estándares de aquel entonces, que vistos en en el actual contexto que vivo, no alcanzan ni el mínimo de muchos de mis semejantes.

Pero si fuiste consciente de que me tuviste a tu lado porque para ti era bueno aun sabiendo que aquel roll incompleto no lo podrías llenar, si es así, eso es algo simplemente muy egoísta.

Ojalá nunca ningun otro te ame como yo lo hice, tanto como para sufrir. Para ser tan estúpido de recibirte, después de que le pisotearas en la cara su sueño de ir a la playa contigo, y no sólo le das la espalda para dejarlo atrás, sino que te vas con aquel que motivó en primera instancia que tus caprichos particulares pasan de largo sobre mis mejores deseos contigo. Maldita-sea ojalá nunca nadie más te amé así, como para quererte de vuelta a cambio de nada, aun cuando le dejas en segundo lugar, sólo por estar estúpidamente enamorado de ti.

Ojala nunca entienda lo que es el amor para ti, porque no quiero un amor tan chiquito que permita que se lastime al amado a sabiendas, porque el ego es tan grande como para aplastarlo. Prefiero creer que no era tan pequeño, simplemente tu ego el gigante. Y no sé por qué todavía quiero creerlo.

En aquel entonces, cuándo te preguntabas qué estabas haciendo para que tu esposo te amara como lo hacía, para que permaneciera gustoso a tu lado (o simplemente a tu lado) ¿qué te respondías? o porque como casi todo en tu vida llegó a tí sin mayor sacrificio, nunca te preguntaste si lo merecias o como conservarlo? Simplemente creíste que la gravedad de tu ego lo mantendría cerca.

¿Qué te daban esos amantes que no podrías compartirlo conmigo, tal vez ellos si te trataban como sabias que te lo merecías y te gustó, pero por qué no conmigo? ¿cuánto te costaba decirme si te gustó como te trataron, como te lo hicieron, o el dónde? ¿Qué tan difícil era señalar que te gustaba allí para que lo disfrutáramos juntos,  será esa otra muralla de tu ego? O es que aun casada fuiste capaz de hacer otros sumisos… ¿pero si los buscas por qué no tratarme igual?

Y si era precisamente mi sumisión lo que te molestaba, por qué no admitirlo, por que te costaba tanto admitir que te atraía cuando me portaba mal, cuando te trataba con algo de desdén.  No sólo te lo insinué, también te lo dije explícitamente y le diste la espalda a toda la idea como si fuera algo malo.   Cuesta mucho aceptar que una parte femenina de ti funciona un poco cercana a la otras mujeres?  Sara, de la que no hablabas muy bien, es mucho más mujer, lo tenía claro cuando decía sin restarle un mínimo de poder a su carácter: “a las mujere algunas veces nos gusta que nos traten mal”, y no es una rubia tonta esta bella mujer doctorada en escocia.

Las pocas felicidades que me dabas se  quedaban en vilo. ¿era tan difícil besar a tu novio que te cuidó todo el día con, MINIMO (y yo era tan idiota que sólo esperaba por el mínimo), el mismo gusto con que te follas a otros?


A mi no me costaba aceptar que estaría contento contigo tanto si tu tuvieras un látigo en la mano, como si lo tuviera yo.  Más me a costado mucho aceptar, que ahora solo quisiera tener a mi mando tu azote.

La mejor versión de mí la despreciaste muchas veces, como con muchas de mis preguntas y dolores, dejé de lado la cuestión de por qué  tu lo ignoras, me ignoras.  Otros disfrutan tanto lo poco que les doy, no tienen reparo en gozarme.

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